Color · Duración: 100’ aprox. · Año: 2013 · Calif.: No
recomendada para menores de 12 años · Canadá / España · Terror
- Director: Andrés
Muschietti
- Intérpretes: Jessica
Chastain, Nikolaj Coster-Waldau, Megan Charpentier, Isabelle Nélisse, Daniel Kash,
Javier Botet
- Sinopsis: Hace
cinco años, el mismo día en que su madre fue asesinada, las pequeñas Victoria y
Lilly desaparecieron en el bosque. Buscadas incansablemente por su tío Lucas
(Nikolai Coster-Waldau) y su novia Annabel (Jessica Chastain), son encontradas
unos años más tarde en una cabaña en medio de la naturaleza, donde han vivido
aisladas de toda civilización. Comienzan entonces una nueva vida para las niñas
de la mano de Lucas y Annabel, pero éstos pronto descubren que alguien o algo
misterioso las sigue arropando por las noches.
- Crítica: Reconozco
que el género de terror no es mi favorito en el cine. Es un género ideado para
adolescentes sobrehormonados ávidos de experimentar nuevas emociones: ellos deseosos
de demostrar lo machotes y valientes que son al no soltar ni un ligero respingo
en la butaca, y ellas anhelantes de actuar como incautas damiselas chillonas
que tratan de encontrar protección en el fornido brazo del chico que les gusta.
Por un u otro motivo, durante la adolescencia disfrutas de este tipo de películas,
pero con la madurez, una vez excluido ese componente socio-sexual que le acompaña,
o una vez estabilizado el nivel de estrógenos y testosterona, empiezas a darte
cuenta que eso de pasarlo mal gratuitamente –o lo que es peor, pagando nada
menos que una entrada de cine por ello– no va contigo.
Pese a todo, es en este género donde encontramos la última
producción del mexicano Guillermo Del Toro: Mamá.
Una película sencillamente del montón… del montón de las malas, para qué nos
vamos a andar con rodeos. Toda película de miedo que recurra a los tópicos más
tópicos para generar miedo, es mala (a no ser que de mala, se convierta en
buena, ya me entendéis… pero no es el caso). Y esta los repasa todos: oscuridad,
sonidos estridentes, niñas siniestras, cabañas solitarias en el bosque, monstruos
en los armarios, ataques en la cama… No se deja ni uno, oiga. Como si
estuviesen de oferta.
Los sustos que puedas llevarte son siempre debidos a apariciones
repentinas en pantalla de seres inquietantes acompañadas de sonidos estridentes,
donde lo que realmente te sobresalta es el volumen de estos últimos y no la
escena en sí. La película busca los sustos donde sabe que los encontrará, situando
al espectador allí donde son tangibles sus temores: en la soledad de su casa, atravesando
un pasillo en la más absoluta oscuridad, sintiéndose atacado mientras duerme en
su cama, abriendo el armario donde sospecha que pueda haber algo extraño… Vamos,
lo típico que cualquier descerebrado haría de sentirse acechado en su hogar. Si
todo esto ya son trucos bastante burdos para inducir al miedo, que además la
mayoría sean totalmente predecibles no le aporta valor que digamos al film.
Desde buen inicio obviamos el pretender dar una cierta lógica
racional a los hechos y las actitudes de los protagonistas hacia los mismos. Desde
el momento en que unas niñas –que ya eran de por sí siniestras antes de pasar cinco años solas–, se
adentran en una cabaña en medio del bosque en la más absoluta oscuridad sin
miedo alguno y adoptan como madre a una especie de ente momificado y consumido con
cabello largo y ropas vaporosas que vaga por la eternidad buscando a su bebé, ya
dejas de mantener cualquier apego con el plano común de realidad en el que se
enmarca la trama para dejarte llevar libremente al desvarío que te ofrezcan.
¿Que la chica escucha un fuerte ruido en su casa en medio de
la noche?, pues cruza el pasillo sola y a oscuras con total naturalidad. ¿Que las
niñas la advierten de no mirar bajo la cama ni dentro del armario porque ahí se
esconde el monstruo?, pues ahí va ella a cara descubierta a ver si la matan. Vamos,
como si la chica no hubiera visto en su vida una película de miedo y no supiera
que esas cosas no se deben hacer.
Por si esto fuera poco, al film le falta originalidad, siendo
una mezcolanza de tantas y tantas películas de terror: la madre es una versión
crecidita de la niña de The Ring, las
niñas corretean sobrenaturalmente a cuatro patas como el niño de Ju-on (La maldición), hasta la casa está inexplicablemente siempre a
oscuras al más puro estilo Los Otros.
Incluso el argumento está trilladísimo: una mujer hospedada
en un psiquiátrico del s.XIX que da a luz a un hijo y que, huyendo de la policía,
pone fin a su vida arrojándose por un acantilado sin saber qué ha sido de su
hijo, quedando por ello atrapada en esta dimensión al tratar de buscarlo irrefrenablemente
y supliendo su falta con otras niñas que encuentra a las que cuidar. Todo ello conduce
a un final más que esperado, que podría haber sido incluso bonito y poético, pero
que, en un último intento de dar un susto colectivo inesperado y ofrecer mayor dramatismo
al desenlace, queda dilapidado con un último giro en la escena final.
Sinceramente, si quieres ver una película de miedo sin más,
esta es una de tantas con las que echaras el rato. Pero si Guillermo del Toro apadrina
una película de miedo, debemos exigirle que lo haga de forma más selectiva, con
alguna que aporte mayor creatividad o innovación al género y que no se limite a
seguir los clichés que ya tiene creados a fin exclusivamente de ahondar sus
bolsillos con el público adolescente norteamericano.
- Tráiler:
-
Puntuación Pinículas y Flins:
Ñordoflín |
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